martes, 19 de octubre de 2010

Recuerda


Al entrar en mi cuarto podíamos ver la misma escena de siempre, la mesa de dibujo con algunos dibujos sin terminar, la tv prendía sin ninguna imagen que mostrar, una ventana abierta por la cual se colaba la lluvia que en ese frio momento caía  y la cama sin tender sobre la cual nos encontrábamos mi gato yo, el durmiendo por supuesto y yo intentando dejar pensar; hoy parecía un día cualquiera, y así lo era, hasta que el sonido de la puerta irrumpió en mis oídos; por un pequeño instante pensé en no pararme , pero el golpeteo se hacía cada vez mas y mas intenso así que un poco ofuscado decidí levantarme de mi cama e ir a contestar la puerta, mientras caminaba hacia ella pensaba si realmente quería abrir y verle la cara a alguien a quien no esperaba, pero lo que vi en ese momento no cabia dentro del infinito numero de posibilidades que mi cabeza tenía planeado para esta situación, y eras tú parada enfrente de la puerta tiritando de frio y totalmente empapada por la torrencial lluvia que caía, sin pensar en nada en ese momento apele a mi decencia y te invite a pasar , tome una toalla seca , te la pase para que te secaras mientras yo me disponía a preparar un chocolate caliente.
Pasaron dos tasas de chocolate y ninguno de los dos hablaba, así que fui yo quien rompió el silencio con un ¿y tú qué haces acá?, en ese mismo instante mire tu cara y me di cuenta que él seguía empapada, pero el agua que se posaba sobre ella no era de la  lluvia, sino las lagrimas que desde el más profundo rincón de tu corazón brotaban, cuando te pedí una explicación abriste tu pecho, sacaste tu corazón hecho pedazos y lo colocaste sobre mis manos, en ese momento lo comprendí todo, después de mucho tiempo de esperar estabas dispuesta a entregarme tu corazón, corazón por el cual te rogué hacía mucho tiempo, pero para sorpresa de los dos mi reacción fue muy distinta a la que esperabas , ya que nos solo no te lo recibí si no que también lo deje en su lugar, abrí la puerta de mi casa y me despedí solamente diciéndote recuerda, esperando que recordaras que hacía mucho tiempo, yo quien con el amor más sincero que podía ofrecerte, te di mi corazón, y tú con el gesto más egoísta lo tomaste y enseguida lo tiraste al suelo y lo pateaste, esperando a que este pobre pedazo de hombre fuera a buscarlo y colocarlo en su lugar, pero en cambio yo te di la espalda y me fui caminando a mi casa, pensando que si  tu no querías mi corazón, yo no quería compartirlo con nadie más; así que sin pensarlo lo deje olvidado y en ese mismo momento comencé a vivir una vida sin corazón.

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