sábado, 22 de enero de 2011

La niña de los besos de chocolate (parte 1)


el autobús de las 10:30
Aunque mi memoria nunca es confiable recuerdo ese día, o más bien noche como si fuera ayer.  Era una noche fría y obscura con un cielo estrellado y una  gran luna, me acerque a la taquilla de la estación a comprar el tiquete que me llevaría de vuelta a mi casa, para luego dirigirme a mi cuarto donde me sentaría a pensar toda la noche hasta conseguir una idea o como última opción caería dormido, pero esa noche fue algo diferente a todas las demás, ya que al seguir con la rutina me senté en el separador que dentro de la estación era lo más verde y lleno de vida que podría encontrar, la pantalla de luz roja indicaba que el siguiente bus que me servía llegaría en 10 minutos, cosa que con mi experiencia anterior ya sabía que no era tan cierta, pero que la costumbre me hacía creer que si lo era, en fin el hecho es que seguía aun  en ese lugar, mirando la luna y contando las estrellas, es tan fiel mi recuerdo que se que para ese momento llevaba 22 estrellas contadas hasta que ella apareció, su cabello era negro como esa noche y brillaba como las estrellas que hasta el momento yo seguía contando, sus ojos eran grandes y brillantes como la luna que nos acompañaba, y pude notarlo porque sus ojos al igual que los míos miraban hacia una misma dirección, los ojos del otro; luego note que en su cara había una gran sonrisa, lo primero que paso por mi cabeza era que me parecía muy bueno que ella tuviera un motivo por el cual sonreír, pero colocando mis pies en la realidad , lo que me venía a la cabeza era que ¿Por qué sonreír  en frente de un extraño?, cuando en esta sociedad casi siempre pretendemos esconder lo que sentimos para mostrar nuestras caras más grises a los que no conocemos, lo que me hizo llegar a una conclusión  un poco mas descabellada aun y era que tu rostro y tu sonrisa se me hacían mas y mas familiares . En ese momento sonó un agudo pitido  que rompió con la tensión que estábamos generando, era el bus de las 10:30 que había arribado a la estación, parecía increíble pero en ese espacio de tiempo que para nosotros fue un instante, para el resto del mundo ya habían pasado más de 10 minutos y era tiempo de tomar una decisión, podía abordar  el bus sentándome en el asiento al lado del de ella e iniciar una conversación, la otra opción que me quedaba era dejar pasar este bus para terminar así con esa incómoda situación. Con el corto espacio de tiempo para decidir prefería quedarme con la segunda opción, pero al disponerme a tomar la posición para seguir contando estrellas me di cuenta para mi sorpresa y la de ella, que ambos seguíamos sentados en ese separador, lo que inmediatamente hizo que de mi cara brotara una sonrisa un poco burlona, ya que me había dado cuenta que seguramente ella también había tenido que hacer un razonamiento similar al mío y había llegado a la misma conclusión.
Si yo fuera otro quizás esta hubiera sido una oportunidad para iniciar una conversación con esta niña, pero en ese entonces mi timidez no me lo permitía así que decidí simplemente guardar silencio y seguir observando disimuladamente su rostro que con cada segundo que pasaba se me hacia mas y mas agradable, pero de nuevo llego ese sonido algo irritante que nos indicaba que el autobús de las 11:00 ya estaba en la plataforma. Al ver la cantidad de personas que habían dentro del autobús comencé a pensar que hubiera sido mejor que ella no hubiera aparecido esa noche, pero ya no tenía opción, ya que era el último servicio de la noche, así que me subí al bus con cuidado de no entrar por las misma puerta que ella lo haría para no hacer mas incomoda la situación. Y así terminaría la historia o realmente eso creía yo, pero si esto hubiera sido así yo no estaría escribiendo y este sería su final, pero aun sigo escribiendo y la verdad queda mucho que contar.